BREVE HISTORIA DE NUESTRA FALLA

UNA FALLA EN EL ENSANCHE

En los alrededores del mercado de Colón y en los albores del pasado siglo XX, en una época en la cual todavía existían cercanas a la Gran Vía algunas acequias e incluso trozos de esa huerta hoy casi desaparecida, ha ido desarrollándose con el discurrir del tiempo ese nuevo barrio, el nuestro, que conocemos como el  Ensanche. Un barrio que como implícitamente hemos indicado con anterioridad casi rozaba el extrarradio, bien lejos por tanto de su eclosión actual.
En la década de los 50 la presencia de tráfico en el barrio era casi inexistente y niños y jóvenes jugábamos en sus aceras y calles semivacías. Incluso con reñidos partidos de fútbol en la calle del Historiador Martínez Ferrando _nexo de unión entre Conde Salvatierra y Jorge Juan y en la actualidad peatonal_, soportando entre risas el enfado y el cabreo consiguiente del “Tío Chimenea”, que acostumbraba a hacer desde siempre chocolate y buñuelos a la puerta de su establecimiento, que se trocaban en horchata y “fartons” en los inicios del verano.
Y aquello de la ausencia casi absoluta de tráfico propiciaba también las carreras con patines de roces alrededor del mercado, así como el ejercicio de muchos otros juegos, casi todos ellos en castellano como consecuencia de la educación recibida tanto en el colegio como en nuestras propias casas, esto último quizás un poco incongruentemente, dado que la mayoría de nuestros padres sí hablaban entre ellos en valenciano. Teníamos así el “parao i desplantao”, el “alzo la malla”, el “churro, media manga, mangotero”, el “chivas, pie bueno, matute y gua”, etcètera, etcètera. Juegos prácticament olvidados por la infancia y juventud de hoy en día, pegada a ordenadores i video-consolas.
Disfrutábamos además, provocando en verano a los encargados de las mangueras de agua que limpiaban la parte del pescado recayente a Martínez Ferrando, con aquello de “la manga riega que aquí no llega !”  Pero en fin, no es nuestro propósito el contar “batallitas añoradizas”.
Al fin y al cabo y como había pasando en casi todos los barrios, era también inevitable que surgiera  en el nuestro, a principios de siglo, la fiesta fallera. Era el tiempo de los tablados y los montones de arena, _que perdudarían hasta bien entrado el siglo_, ubicados ambos en la esquina del mercado recayente a Conde Salvatierrra,  en donde jugábamos y nos llenábamos de arena los días de fiesta.
La falla plantada, por otro lado, oscilaba casi siempre alrededor del Mercado de Colón, y con esta denominación se plantarían nuestros primeros monumentos, fechados en los años 1922 y 1923. Un Mercado de Colón construido por Francisco Mora entre 1914 y 1916, para abastecer el entonces joven barrio del Ensanche, y que ocupa sin duda un lugar destacado en la humilde historia arquitectónica de la ciudad.
La primera de aquellas fallas, a tenor de los datos que poseemos, presentaba una queja por el insuficiente alumbrado de la Gran Vía,  mientras que la segunda era una especie de exaltación de un futbolista que citaban como “El Xato”, seguramente el famoso Gaspar Rubio, un reconocido goleador valenciano que contribuyó decisivamente con sus goles a la primera derrota de la selección inglesa en Europa.
Del año 1925 tenemos ja datos más exactos del monumento. El lema de la falla era “La pujada d`una estrela” y los artistas fueron Roca y Roch Soler. La comisión la componían Jaime Tusset, Manuel Fuster, Roc Bueno, Manuel Fuster Suay, T. García, Bautista Barat, José Mompó, José Aranda, Faustino Ortiz, José Vilanova, los hermanos Mollá, Luis Giner, Vicente García, Miguel Martín, Enrique Domingo, Antonio Ibáñez, Abel Ribes, Rafael Falcó i Jacinto Torres.
Hasta el año 1928 no se vuelve a plantar falla en nuestro barrio, consiguiendo el Premio Séptimo un joven y casi desconocido artista que algunos años más tarde iba consagrarse como el gran Regino Más que fue. Posteriormente y durante dos años consecutivos, sería Giménez Cotanda el artista autor del monumento, obteniendo también un gran éxito.
Y es así como llegamos, en el año 1931, a la falla que llevaba por lema “Els set pecats capitals”, obra de Vicent Benedito i más conocida popularmente como la falla de “La Tortà”. El autor del llibret, cuyo original conservamos, fué el xativí Alfred Sendín Galiana, afincado en nuestro barrio.
Y es un hecho que la “plantà” de este monumento, ganador del Primer Premio de todas las categorías, vino a marcar un antes y un después en la historia de las fallas.
En 1981 y con motivo de cumplirse su Cincuentenario, fue reproducido íntegramente por los hermanos Ferrer, absteniéndose la comisión de participar en cualquier tipo de concurso de Junta Central Fallera por entender que hubiera sido como una devaluación de la misma.
Y al año siguiente hacía su debut en nuestra falla juntamente con Llorens Cano, aquel que iba a convertirse más tarde, al igual que había sucedido años atrás con Regino Más, en otro gran artista: Modesto González. El cual repetiría en nuestra comisión en los años 33, 35 i 36 con los monumentos que llevaban por lema respectivamente, “La conferència del desarme”, “Arròs amb fesols i naps” i “Els gegants de la ciutat s’amaguen en un forat”, logrando siempre destacados premios en la Primera Categoría.

LA DURA Y DIFICIL POSTGUERRA

Después de la guerra civil no obstante, aquella generosidad y espíritu de sacrificio unitario que nos había hecho figurar entre las mejores comisiones de la ciudad en cuanto a premios conseguidos se refiere, parece diluirse, y en cada uno de los, digamos, pesos fuertes de la comisión, prima el deseo, ciertamente egoísta, de ver plantada la falla casi a la puerta de su casa. Lo cual origina toda una serie de desavenencias y desacuerdos que hacen que por ejemplo, en el año 1941, se planten dos monumentos en la misma calle de Conde Salvatierra, uno en el cruce con Sorní y el otro con la Gran Vía. Y en los años 1942 y 1944, incluso, todavía se planta un tercer monumento, éste en Jorge Juan. O sea, tres comisiones falleres con sus tres monumentos diferentes, uno casi al costado del otro. Y parece evidente que esta dispersión, acaecida además en un tiempo de cierta penuria económica, dificultaba considerablemente la calidad de los mismos e imposibilitaba por tanto la consecución de los galardones y reconocimientos de antaño.
El año 43 no obstante, constituye en si mismo una excepción significativa y se recupera parte del perdido prestigio, dado que pese a plantarse también falla en Jorge Juan, en Conde Salvatierra solo se planta una, en el cruce con Cirilo Amorós. Y la comisión, favorecida por una buena gestión y por el hecho de contar con un número de componentes mayor de lo habitual, consigue bajo la presidencia de Blas Pérez Llorens plantar una gran falla: “Es xopà hasta la Moma”.
Y en 1945, siendo presidente Amadeu Subirats, se plantó una de las mejores fallas de Valencia, obra de José Mª Más, hermano de Regino Más, el cual después de la guerra ya había padecido la censura en algunos de sus monumentos teniendo que adaptarse a los nuevos tiempos que corrían. Pese a la magnificiencia del monumento y dada la férrea censura existente por aquel entonces, la falla fue descalificada debido a la crítica ejercida sobre el Ayuntamiento, además de imponérsele determinadas sanciones, todo lo cual motivó que ante el malestar general no se plantara falla durante tres años.
Vicente Fuster Fuster, un gran presidente de una saga fallera bien conocida, encabeza en el retorno a la Fiesta, en 1948, la comisión que logra el Segundo Premio de la Primera Categoría, con  un monumento plantado por Salvador Rubio. El secretario de la comisión era Faustino Ortiz Elvira y el autor del llibret Josep Mª Bayarri. El lema del monumento era “Valencia Atracción”, y a pesar de que estaba despojada de cualquier tipo de crítica, más bien todo lo contrario por razones obvias, ha sido sin duda por sus grandes cualidades artísticas, una de las mejores fallas que jamás se han plantado en nuestra ciudad, y más que merecedora muy posiblemente, del Primer Premio en aquel ejercicio de 1947-1948.
Vicente Fuster repite al año siguiente como presidente y la falla, obra de Vicente Martín Reva, vuelve a ser una de las mejores de toda Valencia.
A partir de los años 50 la comisión se encuentra con diversos presidentes que van alternándose en el cargo _Blas Pérez Llorens, Vicente Fuster Fuster, Salvador Silvestre Sabater, José Martínez Agustí, ….._, todos ellos de acrisolada experiencia fallera. Pero no obstante i por diversas causas que no es el caso analizar aquí, como sería por ejemplo la ausencia de la búsqueda de nuevas vías de financiación _cuestión que se imponía debido al encarecimiento de los materiales y en consecuencia el sueldo de los artistas_ medidas que sí habían llevado a cabo otras comisiones de similar categoría, nuestra falla ja no recuperaría su antiguo esplendor.
Salvador Silvestre Sabater se estrena como presidente en el año 1955, plantándose el monumento “Médicos y Farmacia en serio y en broma”, obra de Benjamín Grau, encargándose del mismo en los dos años siguientes García Albarracín.
En el año 1958 nuestra comisión, presidida por José Martínez Agustí, ofrece una buena muestra de su espíritu de solidaridad y sacrificio _al igual que otras doce comisiones de Valencia_, renunciando a plantar falla como consecuencia de la terrible “riuà” que había padecido nuestra ciudad a finales del año anterior, y destinando el importe recaudado  a los damnificados de aquella.
En el año siguiente vuelve a ser presidente José Martínez Agustí_ esta vez en forma efectiva _iniciador por cierto de otra conocida saga en nuestra comisión_ y durante los ejercicios siguientes se alternan en la presidencia personas como José Díaz Estellés o los ya citados Salvador Silvestre Sabater y José Martínez Agustí.
Durante el mandato del primero de éstos, José Díaz, con el cual comenzaba asimismo otra conocida saga en la comisión, una más, _y discúlpesenos la reiteración dado que es algo que no podemos ni debemos obviar_, fue cuando se produjo el ascenso a la comisión de mayores, desde la sección de infantiles y casi por decisión propia, de un cierto número de aquellos componentes que hoy en día denominamos como “empeltats”, el nombre de todos los cuales sentimos no recordar. Citamos no obstante, a grosso modo, a Pepe Furió, Salvador Muñoz, Pepe Carbó, Pepe Michó, “Perete”, Josep Vicent Bergon, Pepe Pérez y Salvador Silvestre Navarro, que posteriormente también accedería a la presidencia. Estos dos últimos hijos respectivamente de los antiguos presidentes Blas Pérez Llorens y Salvador Silvestre Sabater.
Las juntas se celebraban en el Montepío de Chóferes, ubicado en aquel tiempo en la esquina confluyente de Sorní y Conde Salvatierra, en donde hoy en día se encuentra una agencia de Bancaja de nula colaboración fallera.
Una vez acabada la junta, recordamos entre los juegos habituales una partida clásica de truc: la que conformavan “El Xurro” i Ximo Belda, contra los jóvenes Pepe Furió i Josep Vicent Bergón, los cuales jugaban asimismo al ajedrez en la desaparecida  Granja Fuster.
los hermanos Xirivella i Flor, de honda raigambre fallera, se incorporarían más tarde a la comisión mayor.

LA LARGA TRAVESÍA DEL DESIERTO

En el año 1965 y en medio de una crisis que se agravaba por momentos, se hace cargo de la presidencia Antonio Fuster Mollá, delegado de festejos hasta entonces y perteneciente a una de las reconocidas sagas ya citadas, el cual, pese a su gran ilusión y empeño, tropezó bien pronto con las dificultades que ya llevábamos arrastrando desde hacía tiempo, ocasionadas por la ausencia de medidas efectivas para solucionar o al menos paliar la crisis, agravada ahora además por diversas causa anexas, como el hecho de no disponer de un casal, alquilado o propio, en donde pudiéramos celebrar nuestras reuniones y juntas habituales. Lo cual hubiera posibilitado sin duda un mayor número de afiliados a la comisión y aumentado por tanto las posibilidades de la misma. Y recordamos al respecto en aquellos años los constantes intentos de Vicente Xirivella por encontrar un local en condiciones. Cosa que no conseguimos hasta los inicios de los años setenta en la calle Sorní, y no sin algunos problemas por el hecho de estar ubicado en la demarcación de Grabador Esteve _donde hoy en día se halla la conocida Casa Campoy_ trasladándonos más tarde al número quince  de la misma calle, dentro ya de nuestro ámbito fallero.
Mientras tanto habíamos estado celebrando nuestras juntas y reuniones, además del antiguo Montepío, en diversos lugares: la Chocolatería Silvestre, el bar de Ambrosio en Grabador Esteve, el bar de Casa Julio, en donde hoy se encuentra el excelente Trobados, y ya en la última etapa en el bar Pócker de la Calle Sorní.
Agravando por otra parte los problemas que nos acuciaban, los componentes de nuestra comisión vecinos de la zona de Grabador Esteve, que como es lógico deseaban también ver el monumento plantado en su demarcación, nos manifestaron su intención de plantar allí su propia falla. Y con los papeles de la autorización ya preparados, a falta tan solo de la firma de nuestro presidente, Antonio Fuster, nos solicitaban la segregación de la comisión en una junta celebrada en Casa Julio que recordamos perfectamente.
Petición que atendiendo sus deseos aceptamos sin la menor objección.
Recordamos en un principio de aquella comisión, desgajada de la nuestra, a su recién nombrado primer presidente, Blas Carbonell, árbitro de fútbol y poseedor de un pequeño comercio alimenticio en Grabador Esteve, a Ambrosio y su bar en donde nos habíamos reunido en tantas ocasiones, a Nassio el peluquero, al carnicero Bargues, de Godella, el negocio del cual ocupaba una esquina de Sorní- Grabador Esteve y que era el que más lotería vendía de toda la falla, en aquellos tiempos nuestra principal fuente de ingresos, y en suma  a tantos y tantos otros ya excompañeros que apreciabamos y con los cuales habíamos compartido militancia fallera.
Esta segregación en fin, acabó definitivamente con los tímidos intentos y la ilusión que teníamos por recuperar pasadas épocas de esplendor y bonanza, como el propio Blas Carbonell, antiguo vicepresidente nuestro y ya presidente de Grabador Esteve, nos dijo que pasaría. Aunque está claro que para predecirlo no se necesitaban grandes dotes adivinatorias.
Más adelante, Enrique Esteve, actual presidente de Lo Rat Penat y presidente por aquel entonces de Pizarro –Cirilo Amorós, que no había aceptado de buen grado su relevo en la presidencia, nos planteó su intención de plantar una nueva falla en Isabel la Católica, para lo cual resultaba imprescindible que le cediéramos al menos un patio de nuestra demarcación en Cirilo Amorós. Y atendiendo también su petición _máxime teniendo en cuenta que a esta zona de nuestro barrio les prestábamos por su alejamiento una escasa atención_ y encontrándonos en el despacho de nuestro casal en la calle Sorní, Toni Fuster, Paco Roca y Josep Vicent Bergon, accedimos igualmente a lo que se nos solicitaba.
Además, y por si no fuera poco todo lo anteriormente citado y por motivos que no es necesario exponer aquí, surgen a mitad de los años 80 toda una serie de divergencias y enfrentamientos entre los componentes de la comisión, derivados en nuestro criterio de algunas decisiones contradictorias, y ello acarrea un cierto número de bajas en la comisión. Por más que con posterioridad se produjo el regreso de determinados, no todos, antiguos componentes de la misma.

FIESTA Y CULTURA

Ahora bien, si es bien cierto que no hemos conseguido los logros de antaño en aquello que se refiere al monumento, esencialmente por las causas más arriba citadas, sí hemos destacado, y mucho, en los aspectos festivos y culturales. Para muchos de nosotros, inexorablemente partícipes de aquello que pensábamos es o debería de ser una manifestación artística popular no siempre reconocida en determinadas esferas, con una estimación y querencia añadidas, a menudo trabajosa, pero al final plenamente recompensada. Una falla, al fin y al cabo.
Fuimos en efecto de las primeras comisiones, si no la primera, que renunciamos al uso del traje negro fallero, consagrado como oficial y oficialista por Martí Belda en la década de los 60 a raíz de la uniformada desfilada en la Ofrenda de una comisión que había alquilado los trajes en Casa Insa, procedentes de una conocida zarzuela salmantina y que tanto le habían gustado al entonces concejal de Ferias y Fiestas y presidente por tanto de Junta Central Fallera. Y está claro que esta decisión nuestra de optar, en un principio, por los antiguos blusones huertanos, nos originaba no pocos problemas a la hora de desfilar en la Ofrenda, pese a lo cual cabe recordar que siempre acabábamos pasando.
Y aceptado al fin como normal aquello que en buena lógica siempre lo había sido, és decir, el uso de los trajes de nuestros antepasados, ya en sus diferentes variantes, recibimos el premio a la falla mejor vestida de Valencia, otorgado por la prestigiosa revista fallera “Pensat i Fet”.
Previamente y siguiendo con el capítulo cultural, habíamos fundado,    en el año 1972, nuestro “Grup de Teatre Brusquina”, el cual a partir del siguiente año y bajo la experta dirección de José Luis Campos, ya competía en diversos concursos con reconocidos grupos independientes de la época, consiguiendo casi siempre notorios galardones y premios, tanto de interpretación como de dirección o conjunto. Ciñéndonos al aspecto estrictamente fallero participamos en diversas ocasiones en el concurso de Junta Central Fallera logrando varias veces el Primer Premio. Todo ello a partir de 1973 con nuestra representación de “L’Inspector”, de Gogol, en versión de Rodolf y Josep Lluís Sirera. Obra ganadora del concurso y que representaríamos en más de cien ocasiones hasta el estreno de “L’Apol.lo de Bellac”, de Jean Girardoux, a la cual incorporamos algunas escenas y un añadido musical.
Extendernos en fin en el gran número de obras teatrales que escenificamos en aquel tiempo, está claro que alargaría en exceso este capítulo sobre la historia cultural y festiva de nuestra falla.
Señalamos no obstante que hace algunos años tratamos de rehacer aquel antiguo grupo de teatro con jóvenes componentes de la comisión, también de la mano de José Luis Campos, participando nuevamente en el concurso de Junta Central Fallera con la obra “Ací no paga ni Déu”, de Darío Fo, y a pesar de los nutridos aplausos del público asistente no conseguimos ningún premio. Quizás en parte, según nos dijeron algunas voces autorizadas, por las numerosas veces que ya se había representado esta obra en el concurso
Nuestra comisión edita también, desde aquella década de los 70 y pasando por diferentes épocas y nomenclaturas, un boletín informativo, festivo y cultural, de carácter interno y dirigido preferentemente al barrio.
Y en los últimos años asimismo y bajo la presidencia de Vicente Xirivella, se han confeccionado algunos llibrets realmente valiosos, situándose  siempre  en el concurso  que organiza la Conselleria de Cultura entre los mejores de la oficialmente reconocida como Comunidad Valenciana. Hace un par de ejercicios además, obtuvimos de la mano de Guillem Alborch _un auténtico hallazgo como diseñador de nuestro llibret de los últimos años_ el premio al mejor artículo escrito en un llibret de falla de toda la Comunidad que otorga la prestigiosa “Associació d’Estudis Fallers”.
En lo que atañe al apartado deportivo nuestro equipo de fútbol, bajo el impulso de Toni Fuster y más tarde de Salvador Silvestre Navarro, consiguió en varias ocasiones el campeonato de su grupo, llegando a disputar la final en el campo del Levante U.D. en dos ocasiones. En el momento actual nuestros jóvenes participan dignamente en el campeonato de fútbol-sala que organiza Junta Central Fallera.
Y en el conocido concurso de las Cruces de Mayo, gracias al trabajo e imaginación de Juan Belda Furió, hijo de ese gran fallero que fue Ximo Belda, tristemente desaparecido, conseguimos el Primer Premio durante tres años consecutivos. Siendo también, en 1998, la primera comisión en conseguir el Premio Especial “Paco Domingo”.
En la época actual y después de un periodo de tiempo en el que han ido alternándose en la presidencia intermitentemente personas como Luis Villar, Javier Andrés, Paco Roca, Luis Pablo del Río, Carmelo Sánchez, Eduardo Díaz, Jorge Pradas o Vicente Xirivella, algunos de ellos, como los dos últimos, durante varios ejercicios, y trabajando cada cual generosamente con arreglo a sus posibilidades, llega a la presidencia en el ejercicio de 2010/2011, Vicente Fuster Morales, cuyo primer apellido ya revela su conexión fallera, y con el cual se abre un nuevo paréntesis igualmente esperanzador en el devenir de nuestra falla.

Josep Vicent Bergón i García